El software libre, caracterizado por la accesibilidad de su código y la libertad de redistribuirlo y editarlo a voluntad por parte de terceros, es capaz de competir con los negocios basados en software privativo (cuyo código es propiedad exclusiva de la empresa que lo comercializa) gracias a una mayor seguridad y flexibilidad, así como a un modelo de negocio basado en servicios y no en licencias. Mientras que el software tradicional guarda celosamente su código y las empresas te venden el derecho a utilizarlo, los negocios basados en software libre aprovechan el impulso de la comunidad para perfeccionar continuamente su código mientras consiguen ingresos por la venta de servicios complementarios, como skins, alojamiento en servidores, y demás. Por si esto fuera poco, la visibilidad del código nos garantiza que el programa hace lo que dice estar haciendo y nada más (como por ejemplo, espiarnos para vender y utilizar nuestros datos, cosa tan común en estos días), con lo que presenta una importante ventaja para la privacidad del usuario. ¿Pero con todo esto a su favor, cómo es que no se oye hablar más de juegos libres?
El problema de los juegos libres
Los videojuegos en general, así como los juegos de ordenador en particular, no son habitualmente vistos como programas, sino más bien como una suerte de "consumibles de diversión", del mismo modo que las series, las películas, los libros o la música. Son elementos que están ahí para ser consumidos por el valor de entretenimiento que proporcionan, y rara vez se piensa en lo que se esconde detrás. Esta percepción facilita que incluso grandes defensores del software libre recurran a juegos privativos en sus ratos de ocio, pues ni siquiera ellos los ven como un programa. Desafortunadamente, los videojuegos continúan siendo programas informáticos, y sus códigos están sujetos a las mismas vulnerabilidades que los demás. En este campo, una vez más, resultan ventajosos los modelos de código abierto y software libre, pues la revisión de contenido por parte de la comunidad minimiza los riesgos de seguridad del programa original, debido a que las vulnerabilidad son corregidas en cuanto se detectan y el código está mucho más pulido y en continua evolución. Más aún, el influjo de una comunidad activa puede ayudar a un juego a expandir su contenido y profundidad mucho más allá de la capacidad de sus creadores, como demuestran las comunidades de modders de distintos videojuegos. Desafortunadamente, la tendencia a ver los juegos como nada más que consumibles continúa hasta nuestros días y hace complicado que se de el paso hacia el software libre, pese a que la experiencia nos demuestra que la alternativa puede ser problemática, como ilustra el reciente caso del Team Fortress 2, cuyo código (privativo) fue filtrado y se tradujo en ataques casi inmediatos debido a que no estaba lo suficientemente pulido como para evitar vulnerabilidades.
Pese a su enorme peso, la percepción del videojuego como un consumible de ocio no es el único factor que frena a la industria a la hora de avanzar hacia el modelo libre, y si bien los consumidores no tienen una marcada preferencia hacia el producto libre en el ámbito del entretenimiento, los desarrolladores tienen también otros problemas propios. En primer lugar, la concepción general de que los videojuegos son para PC y no para sistemas libres como Linux, hace que el público objetivo se vea limitado a los usuarios de Windows. Además, la mayoría de las herramientas de creación de videojuegos son privativas y en muchos casos se apoyan en el famoso DirectX de Windows, dificultando así el nacimiento de juegos libres. Afortunadamente, el futuro podría plantear alternativas a este statu quo. La potente apuesta de Valve por Linux como plataforma de juegos a través de su SteamOS ha demostrado que la dependencia del software privativo de Microsoft es cada vez menos restrictiva. Al mismo tiempo, el surgimiento de herramientas libres de creación de videojuegos está en marcha, y a medida que se vayan haciendo más potentes irán desplazando a las alternativas privativas y facilitando el nacimiento de juegos libres. Existen también rumores de que Corea del Sur, la Meca de los videojuegos, está considerando dar un salto masivo a sistemas libres, lo cual obligaría a las empresas a adaptar sus juegos a estos entornos o perder un mercado enorme. Pero hoy por hoy, los motivos para crear juegos libres se encuentran aún lejos del económico.
¿Por qué crear un juego libre?
Si los juegos libres tienen dificultad para ser monetizables, y pueden presentar problemas de compatibilidad, cabe preguntarse entonces por qué alguien, a día de hoy, dedicaría su tiempo y esfuerzo a crear uno. La respuesta suele reducirse a cuestiones de interés personal, pero se muestran en una tipología diversa. Así, en primer lugar tenemos proyectos puramente libres que nacen con la intención de crear algo nuevo, divertido y accesible que la comunidad pueda disfrutar. Parecidos a los anteriores, pero más frecuentes, son los proyectos que, comenzando como una iniciativa personal, son liberados por sus creadores al no poderse ocupar más de ellos, con la esperanza de que la comunidad los siga desarrollando en lugar de verlos perecer ante el olvido. Sin embargo, existen también proyectos libres que nacen a través de juegos privativos. Esto es frecuente en la comunidad modder de diversos juegos, en la que un proyecto rápidamente crece por encima de las posibilidades de su autor y este lo libera para verlo evolucionar. Y por último está la cuestión de la nostalgia y los videojuegos antiguos, en la que juegan un papel estelar los emuladores (que son presentados legalmente como herramientas libres de creación de videojuegos, pero que permiten la reproducción de juegos de sistemas diferentes al que los ejecuta y se utilizan frecuentemente para disfrutar de contenido privativo que hoy en día resulta de difícil acceso en su formato original), si bien se trata de un tema complejo que no exploraremos aquí.
El futuro de los videojuegos
Como hemos visto en los párrafos anteriores, los videojuegos son, mayoritariamente, producidos por el sector privado para su venta como consumibles. Pero esto no significa que dicha tendencia pueda continuar de forma indefinida. Las innegables ventajas del software libre en materia de seguridad, así como la posible pérdida de mercados y el desarrollo de herramientas alternativas, hacen que la industria deba explorar cuidadosamente las posibilidades de adoptar un modelo de negocio basado en el software libre. Esto resulta alentador, pues puede traducirse en un aumento general en la calidad y profundidad de contenidos de los videojuegos, así como en el crecimiento de comunidades dedicadas a su desarrollo, distribución, mantenimiento y disfrute. La perspectiva es buena, pero como siempre, el futuro será quien tenga la última palabra.