Hoy quiero explicar cómo ha sido mi primera impresión respecto los diferentes sistemas operativos que he utilizado. He de decir que el tiempo que llevo dentro del mundo libre es poco, pero por complicaciones de la vida, he podido disfrutar de unos cuantos sistemas operativos. Dada esta breve introducción, empecemos.
El 26 de octubre de este mismo año me llegó mi nueva adquisición; un portátil totalmente nuevo. Siempre había estado utilizando un mismo ordenador, y era hora de jubilar al abuelo de 10 años. Invertí una buena cantidad de dinero para poder disfrutar de este nuevo ordenador con todo lujo de detalles y novedades; más específicamente desarrollado para poder jugar videojuegos a toda potencia. Tras su llegada, tocaba decidir qué sistema operativo instalar, ya que pedí desde la fábrica que me viniese vacío. Hablé con mi compañero técnico de la OSLUZ, y nos pasamos una tarde entera perdiendo tiempo mirando cual se podía adaptar mejor a mis exigencias (que, por desgracia, no eran pocas).
Después de mirar una infinidad de distribuciones, sonaron las campanas con Debian. Si nos imaginamos una línea donde en la izquierda tenemos lo más fácil de utilizar y comprender y en la derecha peligro, nivel informático sabelotodo, se podría decir que Debian está justamente en el medio. Como soy una persona emprendedora y con ganas de aprender, no quería ponerme desde el principio algo que me diese todo masticado. Junto a mi compañero, me enseñó a instalar Debian, y cómo manejarme con él.
¿Sabéis de que al principio había tenido serios problemas con decidirme sobre qué sistema operativo elegir? Pues bien, ahora venía el suplicio de elegir el tema de escritorio que más me gustara. Podemos encontrar muchísimos tipos, y si estás acostumbrado a manejarte por el que se pareciese a tu antiguo escritorio (ya sea Windows, Mac), no hay problema, porque hay un montón que se le parecen/están basados. Probé exactamente tres (o más que probar, visualicé): Gnome, Xfce y KDE. Que pasa, estaba rodeada de muchos informáticos y cada uno tenía sus preferencias y sus gustos por uno de los tres, y pedir opinión fue medio imposible. Imaginad una guerra a tres bandos, donde cada uno es fiel y busca la ruina del otro, y yo, ahí, en mitad buscando unirme a uno. Menudo miedo ahora que lo pienso. No me costó decidirme, fácilmente me decanté por Gnome. Cada uno tiene sus particulares, sus pros y sus contras, pero soy una persona que se basa mucho en la estética y Gnome fue el que me entró por los ojos.
Me dejaron a solas con él y estuve toqueteándolo, modificando su apariencia y jugando con él. Un pro muy interesante, elijas lo que elijas, es que hay una gran cantidad de temas y variaciones de apariencia en el mundo libre; una gran comunidad de tiquismiquis adictos a la estética chula (permítanme agregarme a este grupo). Pero lo que no me imaginaba es que, después de acostumbrarme y aprender a vivir con Debian, vendría mi gran problema y por el que he probado tanto sistema operativo.
Quiero recordar que mi ordenador tiene muchísimos componentes que son relativamente nuevos (por no decir que incluso unos han sido sacados este año). Pues bien, no me había fijado que mi Debian no me detectaba el Wi-fi ni el Bluetooth (fallo de los drivers la tarjeta de red). Bueno, lo más lógico sería preguntar a mis conocidos de la OSLUZ, expertos en temas complicados, que qué podía hacer para disponer de Wi-fi y Bluetooth y el cómo arreglar el problema. Os resumo días de trabajo duro por más de 4 compañeros diferentes; fue un suplicio. No había forma humana de arreglar ese problema. Se metieron en cosas técnicas avanzadas, reinstalaron Debian y modificaron su configuración, e incluso llevaron a Debian a modo testing.
Permítanme explicar esto último. Debian tiene, cómo decirlo... Tres formas, que se llaman canales. Debian stable, Debian testing y Debian unstable. Debian stable es el cual se le recomienda a todo el mundo utilizar. Cuando tienes que pasar a otra de esas dos gamas, cuidado: o bien eres una persona que le gusta probar lo más nuevo que se implementa para localizar los fallos, hablar con las personas que desarrollan esta clase de cosas y pertenecer a ese mundo de testeador, o bien eres una persona que tiene algo tan nuevo que necesitas lo último, aunque pueda dar problemas, es decir, mi caso. Me plantearon una pregunta que no quería que me hiciesen: ¿Deberíamos probar con otro sistema operativo? Es decir, me pasé un día entero buscando el que quería, y otro entero modificándolo a mi gusto, para que no sirviera para nada.
Ese fue mi primer error, el pensar que no sirvió para nada. Mi segundo error, y el más común en todo usuario novato es, acostumbrarse a un sistema y luego tener miedo de probar nuevas cosas. En mi caso, me vi obligada a cambiar debido a que Debian testing sí que me hizo funcionar los drivers de la tarjeta de red, pero había un error fatal más importante que me podía fastidiar mucho. ¿Os acordáis de la línea imaginaria del principio? Me tuve que desplazar hacia la izquierda de ella (al nivel lo más fácil de utilizar y comprender), y le di la bienvenida a Ubuntu, por muy poco tiempo.
Estuve totalmente complacida con la instalación. Literalmente, si sabes leer, sabes instalar Ubuntu. Te da todo masticadito y estéticamente, me pareció una bendición. Me puse otra vez el escritorio que tanto me gustaba (porque, en la mayoría de los casos, puedes tener el que quieras en el sistema operativo que quieras), pero me pasaba lo mismo que en Debian; un error fatal que me hacía que la utilización de mi sistema operativo fuese nula. En estos momentos me quería arrancar los pelos de la cabeza, ¿qué más podía hacer? Debian, se podría decir que es el papá de Ubuntu, por eso si no me iba uno no me iba el otro (tal y como me lo explicaron, para que lo entienda hasta un niño de 5 años). Un conocido y, al que le debo mi permanencia en el mundo del software libre me planteó pasarme al lado oscuro de Arch.
¿Recordáis de la línea imaginaria del principio? Si la derecha era lo más complicado de todo, el nivel de peligro, informático sabelotodo, Arch pasaba la línea. Le dije a mi compañero, en la desesperación total; haz lo que quieras. El primer problema que le veo a Arch y es por ello que no recomiendo que lo utilice nadie nuevo es: la instalación del sistema operativo es totalmente manual. Durante unos preciosos 45 minutos, mi compañero no paró de escribir, de cabeza, todo lo que se necesita para la instalación. Quizás exagero, pero os juro que dio muchísimo miedo verle escribir líneas enteras de código raro con letras todavía más extrañas y que todo ello, acabara en un precioso sistema operativo. Desde el minuto cero, no me dio ningún tipo de problema. Como siempre, pude poner mi apariencia favorita, aprender a utilizarlo, podía conectarme por Wi-fi y apagar el ordenador (os parecerá una tontería, pero yo fui feliz cuando estuve conectada por Wi-fi y no me daba ese error fatal).
Desde que terminé de acostumbrarme a todo, no he parado. Me he informado y, ¿os acordáis de mi portátil abuelo de 10 años? ¡Decidí salvarlo! Obviamente está derruido y en unas condiciones que, después de tanto tiempo y sobre todo en uso de una niña que era, estuve investigando un sistema operativo flojo, que sus requisitos fuesen pocos y muy bajos, y probé con Lubuntu. La experiencia fue muy grata y me gustó muchísimo, sobre todo al ser tan simple y fácil de entender (totalmente recomendado para personas mayores o muy ajenas de la informática), pero vi que a pesar de ser viejete, se le podía meter chicha. Después de esta aventura, le instalé Debian, mi querido sistema operativo favorito, y le puse un escritorio diferente; Xfce. Lo dejé configurado totalmente para la persona futura propietaria (iba a ser un regalo), y terminé esta página de mi historia en el mundo libre.
Al principio cuesta dar el paso, cambiar todo de manera tan radical, pero creedme, el producto final es totalmente satisfactorio. Mi caso es excepcional, al contar con tantos contras para amoldarme. Pero vosotros, si tenéis miedo de emprender este viaje, espero que mi historia os cambie. ¿Por qué lo digo? Simple. Con toda complicación que he tenido (por cuestión de la novedad de mi hardware), y todo lo que he luchado (que podría haberme cabreado y abandonar, volviendo a mi viejo mundo privativo maligno), he seguido luchando por lo que es correcto de verdad, y cuando realmente encuentras el entorno libre que está hecho para ti, notas diferencia. Una gran diferencia de lo bueno que es y de lo mucho que te acaba gustando, olvidando el mundo privativo, acostumbrándote a TODO lo que la comunidad libre te puede enseñar y otorgar.